domingo, 23 de noviembre de 2008

LA TABLA DE FLANDES


Descubrir un modo de ver las cosas y volcarlo a la letra para invitar a pensar a los lectores. Es la primera clave que me ofrece un camarada de aventuras como Arturo Pérez-Reverte. Para la aventura prefiero un equipaje ligero, por eso una edición de bolsillo es la más adecuada. Pequeña, flexible y dispuesta a la continua lectura en cualquier lugar y tiempo.Aunque el mapa no es el territorio. Desplegaré la grafía que ha sido adentrarse en La Tabla de Flandes (Alfaguara) Un mapa es algo selectivo, en él se deja de lado información y se plasma otra según las diferentes experiencias de cada uno de nosotros, advertiremos cosas muy distintas con la lectura. En principio he partido de tres ejes de coordenadas principales que han ido configurando la dimensión de la novela. Cada uno de estos ejes proyecta su propio espacio en el que se dibuja un plano a modo de tablero de ajedrez por el se mueven los personajes en cada uno de ellos. Gráficamente podría ser similar a un cubo Rubik pero con 64 escaques o casillas. La totalidad de la lectura crea un holograma en el que se van imbricando pasado, contemporaneidad y momento lector.


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Primer Eje

El pintor flamenco Pieter van Huys pinta en 1471 La partida de ajedrez, óleo sobre tabla. Era una escena doméstica en la que aparecen tres personajes:- Fernando Altenhoffen, duque de Ostenburgo- Beatriz de Borgoña, duquesa consorte- Roger de Arras, caballero del linaje de los Valois (Carlos VII Francia)Los dos caballeros de mediana edad y noble aspecto, a uno y otro lado de un tablero de ajedrez sobre el que se desarrolla una partida. En segundo plano, a la derecha y junto a una ventana ojival que enmarcaba un paisaje, una dama vestida de negro lee un libro, puesto sobre su regazo. Completan la escena los concienzudos detalles propios de la escuela flamenca, registrados con una perfección que rayaba en lo maniático: los muebles y adornos, el enlosado blanco y negro del suelo, el dibujo de las alfombras, incluso cierta grieta en el muro, o la sombra de un minúsculo clavo en una de las vigas del techo. El tablero y las piezas de ajedrez han sido ejecutados con idéntica precisión, del mismo modo que las facciones, manos y ropas de los personajes, cuyo realismo contribuye a la extraordinaria calidad del acabado con la viveza de los colores, apreciable a pesar del oscurecimiento producido por la oxidación del barniz original con el paso del tiempo (pg. 11)




La posición de las figuras es la que aparece en el cuadro corresponde a la imagen que acompaña el inicio de este eje. Entre los personajes se establece un triangulo que nos recuerda a la geometría artúrica.

Pieter van Huys pinta en 1471. La partida de ajedrez, óleo sobre tabla

Segundo Eje
A finales del siglo XX una joven restauradora descubre una inscripción oculta bajo la pintura del cuadro del primer eje. Tres palabras desveladas por la fotografía con rayos X: QUIS NECAVIT EQUITEM (¿Quién mató al caballero?)A partir de éste enigma se plantea el texto narrativo con su inicio, nudo y desenlace. La intriga se hace irresistible ante el avance de las posibilidades estéticas del misterio. Una partida de ajedrez hacia atrás marcarán paso a paso la lógica del juego. En esta trama narrativa intervienen un trio de personajes principales como son Julia (restauradora), César (tutor de la joven, anticuario) y Muñoz (el mejor ajedrecista del club Capablanca). Los personajes secundarios lo forman: el exnovio de Julia (catedrático de arte), el dueño del cuadro, galeristas relacionados con los ambientes artísticos y policias.

Tercer Eje

La relación del lector con la obra. Su enfrentamiento con algo que ya no pertenece al autor de la novela. En mi caso la dinámica lectora con La Tabla de Flandes se estableció a partir de tres hechos presenciales y mi posición ante ellos. El primero fue un cuadro de Pedro de Córdoba -La Anunciación- , una gran tabla de pintura flamenca de 1475 en la Mezquita-Catedral (Córdoba). El segundo sería la visita a la exposición itinerante este septiembre de El retrato del Renacimiento en el Museo del Prado. Y el tercero el no saber jugar bien al ajedrez.Arturo Pérez-Reverte entiende que el hecho estético, para existir, requiere la conjunción del lector y del texto; y que el entendimiento y solaz del lector son las máximas justificaciones del escritor. (J.M. de Prada). Se puede apreciar la tabla de estilo flamenco "La Anunciación", de Pedro de Córdoba (1475) en la imagen inferior.Esta obra tiene el atractivo que pueden encontrar los lectores que les guste escapar a la aventura, disfrutando de un juego de espejos sobre cuadriculas blanquinegras como la Alicia de Lewis Carroll. Hilvanando hechos entre el siglo XV y del XX con intrigas y misterios a resolver por un ajedrecista que deshace una partida planteada por un pintor cinco siglos atrás. Todo envuelto en un mundo de subastadores, anticuarios, restauradores y pintores; músicos, matemáticos, homosexuales e historiadores. La intertextualidad es una constante en toda la novela. El homo ludens del escritor plantea una complicidad con aquél que quiere establecerla y seguir más allá de una sola lectura o de otras de sus novelas. Referencias, citas que nos llevan a una Babel de tres mil años de cultura occidental.

Pedro de Córdoba. La Anunciación. Gran Tabla Flamenca. 1475 (Mezquita-Catedral) (Córdoba)


Da la sensación que la trama podría estar sacada de la realidad de cualquier diario matutino. Su lenguaje directo, preciso como un maestro de la palabra que calcula y trabaja cada pieza para que encaje a la perfección toda la obra. Lista para ser utilizada y no sólo contemplada. Yo diría que incluso habitada.Describe sucesos que serían difícilmente superados en un lienzo. Un ejemplo es la muerte del caballero. Es de una belleza de algo más que la sustitución de la realidad. Una agonía que me recordó a la escultura de El galo moribundo de la tumba de Atalo I o al también grabado de Durero El caballero, la muerte, el diablo y el azar (en la imagen).

El Gálata moribundo. Tumba de Atalo I 225 a.C. Copia en mármol

La novela entendida como una microfísica humana en la que la escena es un paisaje que va jugando desde la lógica tradicional-algebraica del pasado a una lógica más contemporánea o simbólica. Desde la matemática deductiva al isomorfismo actual. Nos sorprende con una paradoja que nos asalta cuando menos te lo esperas. Tres realidades emparentadas por la sedimentación de cinco siglos. La sospecha como indicio de algo que se ve de repente, pero que siempre ha estado ahí. Maravillosamente impalpable como un descubrimiento ilustrado. La exhumación de escenarios de entendimiento que hacen que no te sientas fuera de juego. Como una lámpara suspendida de una gran bóveda en silencio, en suspense. Y piensas como la protagonista “lo que no me mata me hace más fuerte”. Y esa inevitable voz que escucha el lector al leer – la percibo algo resfriada-.

Alberto Durero. El caballero, la muerte, el diablo y el azar Grabado. 1513

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La erosión debida a los elementos y a la brutalidad de los hombres se unen para crear una apariencia sin igual que recuerda a un bloque de piedra debastado por las olas. Alguna de estas modificaciones son sublimes y añaden una belleza involuntaria, asomada a los avatares de la historia, debida a los efectos de las causas naturales y del tiempo. La Victoria de Samotracia es ahora menos mujer y más viento de mar y cielo...