lunes, 29 de diciembre de 2008

FAROS DE LA ANTIGÜEDAD


La fascinante historia de los faros se pierde en la noche de los tiempos y discurre paralela a la historia de la navegación.

El hombre descubrió muy pronto que pudo moverse con relativa facilidad sobre la superficie del agua. Desde los egipcios hasta los fenicios las vias marítimas se fueron ampliando, pero la navegación siguió siendo preferentemente costera y diurna. Sólo cuando el hombre aprendió a orientarse por las estrellas comenzó a navegar de noche, evitando los escollos, los bancos de arena, y las corrientes Fue entonces cuando comenzó a iluminar la noche con los primeros -faros-, que no eran otra cosa que hogueras de leña, situadas en los lugares más peligrosos para señalar la ruta a los navegantes. Los primeros fuegos que debían permanecer encendidos toda la noche, requerían cuidados, combustible, conocimiento técnico y la presencia constante del hombre.
Homero en el libro XIX de la Illiada, comparaba el centelleante escudo de Aquiles con uno de estos fuegos -Aquiles sujetó con el brazo su grande y resistente escudo, cuyo resplandor semejaba desde lejos al de la luna. Como lo parece el fuego encendido en un enclave solitario en lo alto de un monte a los navegantes que vagan por el mar; abundante de peces porque las tempestades los alejaron de sus amigos-.

Otros poetas de la Antigüedad representaron el faro inspirándose en el mito de Hero y Leandro, los amantes secretos. Hero, sacerdotisa consagrada a Afrodita esperaba cada noche a su amante a orillas del Helesponto, el mar que él atravesaba a nado para encontrarla, guiado por una lámpara encendida, pero una noche el viento apagó la luz, Leandro se perdió entre las olas y Hero, desesperada se arrojó al mar.

Posteriormente las hogueras dieron paso a otros instrumentos de señalización más potentes cuando gracias a la evolución de la navegación comercial, se construyeron grandes puertos en las rutas de mayor tráfico. Uno de los más notables, incluido en el año 200 a.C. por Filón de Bizancio entre la siete maravillas del mundo, fue el Coloso de Rodas, una enorme estatua antropomorfa que representaba a Helios, el dios del sol, con una antorcha encendida. Según la tradición, media como mínimo 70 codos (aproximadamente 32 metros) y fue construido en la bacana del puerto, de manera que las naves pasaban entre sus piernas. En realidad, la opinión de los historiadores sobre el aspecto de esta escultura son divergentes, aunque coinciden en atribuir la estatua a Cares de Lindos, que hacia el año 290 a. de C. la había construido en piedra recubierta por placas de bronce. El Coloso tuvo una vida breve: ochenta años después de ser levantado se derrumba a causa de un terremoto y una leyenda cuenta que en el siglo VII sus restos fueron vendidos por un comerciante hebreo a mercaderes árabes y que algunas partes acabaron en Italia, siendo utilizadas en la construcción de la conocida estatua de San Carlos en Arona, junto al lago Mayor. El Coloso de Rodas no ha sido históricamente la única representación antropomorfa de un faro.


El Coloso de Rodas, según lo imaginó en el siglo XVII el grabador Martin Heemskerck


El faro por excelencia, otra de las siete maravillas del mundo, fue el de Alejandría la gran ciudad fundada por Alejandro Magno en el año 332 a. de C. en la costa mediterránea de Egipto. Se trató de un faro que tuvo una larga y azarosa vida. Edificado por Sostrato de Cnido hacia el año 280 a. de C. sobre el islote de Phanos, frente a Alejandría, ocupó el imaginario colectivo de las poblaciones helénicas y latinas hasta el punto de que el nombre de la localidad se convirtió en sinónimo de este tipo de estructura.

Su construcción comenzó con el reinado de Ptolomeo (305-283 a. de C.) que fue general de Alejandro Magno, y terminó durante el reinado de su hijo Ptolomeo II (85-246 a. de C.), los faraones del Egipto helenístico, la última dinastía que finalizó con Cleopatra y la dominación romana. Se trataba del faro más notable de la Antigüedad: tenía 120 metros de altura, estaba recubierto de piedra blanca y podía ser visto a más de 30 millas de distancia, gracias a un juego de espejos. Tenía una base cuadrada de 71 metros de altura sobre la cual se construyó una sección central octogonal de 34 metros que terminaba en una linterna cilíndrica rematada por una estatua de Zeus. En su interior, una ancha rampa permitía transportar hasta la linterna, por medio de mulos, el combustible compuesto por leña resinosa. La torre permitía además alojar a la guarnición de soldados que hacía guardia en el puerto. En el año 641 el faro sufrió graves daños durante el asedio al que la ciudad fue sometida por los árabes. Poco después fue destruido por varios terremotos. En 1995 una expedición de arqueólogos subacuáticos franceses, dirigidos por Jean Yves Empereur, encontró enormes bloques de granito que parecerían pertencer a la base del faro, mientras exploraban los fondos del puerto de Alejandría en busca de vestigios de la ciudad antigua.




Además de estas estructuras monumentales, también proliferaron durante Antigüedad sencillas hogueras, encendidas sobre lugares altos de la costa. Los romanos edificaron las primeras torres con hogueras y exportaron el modelo de estas construcciones más allá de la reducida cuenca mediterránea, hasta las costas atlánticas de España y Francia, al canal de la Mancha y, en general, hasta donde llegó su expansión.

En Italia, el emperador Claudio mandó construir en el año 50 un puerto en Ostia, ampliado poco después por Trajano que le dio la forma que tiene en la actualidad, como salidade la capital al mar. En su entrada se alzaba imponente un faro inspirado en el de Alejandría, más en el aspecto que en las dimensiones, que puede verse representado en el pavimento de mosaico de la plaza de los Gremios de Ostia Antica. Construcciones similares fueron levantadas allí donde hubiese un puerto romano, desde el Tirreno hasta el Adriático. La proliferación de faros dejó su huella incluso en monedas y bajorrelieves, como por ejemplo en la Columna Trajana de Roma. Antes de la caida del imperio romano al menos treinta torres de señalizacióni iluminaban el mar en las costas mediterráneas y atlánticas. De ellas, una realizada por los romanos hace casi dos mil años se encuentra en funcionamiento en La Coruña: es la llamada Torre de Hércules, debido a múltiples leyendas que la acompañan, que fue consturida por Cayo Servio Lupo hacia el año 100, durante el reinado del emperador Trajano. De otro faro romano mandado construir por Calígula hacia el año 41 cerca de Boulogne, en la costa francesa, no quedan vestigios. Según parece Carlomagno mandó restaurarlo en el año 800 y siguió cobijando hogueras ocasionalmente pero el paso del tiempo y la falta de mantenimiento hicieron mella en el edificio, que acabó derrumbándose definitivamente en 1644. Tras la caida del imperio romano, los mares quedaron ensombrecidos durante la época de asentamiento de los nuevos pueblos llegados de Europa.

jueves, 25 de diciembre de 2008

OTRO CUENTO DE NAVIDAD


Pues resulta que era Nochebuena, y Queca se paseaba frente a los escaparates iluminados de aquella ciudad fría, enorme, en la que era una pequeña manchita anónima. Estaba de ocho meses largos y caminaba torpe, como un pato, deteniéndose de vez en cuando ante las luces de una tienda, con las palmas de las manos apoyadas en los riñones. Llevaba gorro de lana, bufanda y abrigo con sólo dos botones abrochados y el resto abierto sobre la tripa. En la plaza, la megafonía de los grandes almacenes largaba villancico tras villancico, hacia Belén va una burra, pero mira cómo beben y cosas por el estilo. Había luces navideñas y Papás Noel haciendo el chorra en la puerta con la campanita, y gente cargada de paquetes y empujándose unos a otros en la boca del metro y en los pasos de peatones. Lo de siempre. Había, incluso, una pareja joven que se cruzó, ella tan embarazada o más que Queca, encorvado él bajo el peso de una maleta y unas bolsas, el mentón duro y sin afeitar, ambos con aire desamparado, como en busca de cobijo. Y había cerca un yonqui pidiendo cinco duros, y un coche de la policía, y a Queca todo aquello le recordó algo leído hace justo un año, la pasada Navidad en esta misma página de 'El Semanal', pero aún más viejo, como si ya hubiera estado escrito antes en otra parte. Y fue y se dijo: mira, todo ocurre de nuevo una y otra vez, con gente distinta pero que siempre es la misma, como si estuviésemos condenados a repetirnos unos a otros por los siglos de los siglos, semejante soledad, idéntica tristeza, la misma historia.




José Mercé "Al Alba"
Entonces se le movió el crío en la tripa, y Queca se detuvo, absorta, justo frente a un escaparate donde una cadena de tiendas de ropa felicitaba las fiestas a sus clientes con un negrito de Ruanda agonizando vestido de rey Baltasar. Y se vio reflejada en el cristal, y tuvo frío y tuvo miedo; y por un momento estuvo a punto de usar una de las monedas que tintineaban en el bolsillo del abrigo y llamar a alguien -una amiga, o su madre- del mismo modo que el náufrago tira una bengala en mitad del mar y de la noche. Estoy aquí, estoy sola, voy a tener un hijo. Pero dejó las monedas quietas y siguió caminando entre la felicidad oficial, postiza, de aquella ciudad enorme y desconocida en una de cuyas clínicas tenía reservada una cama y una fecha. Entonces, para darse coraje, recordó cada una de las fases de aquel año calculado en todos sus detalles, al milímetro. Su madre, que la había visto hacer la maleta y marcharse, sin comprender. Sus amigos, de quienes se apartó sin explicación alguna. Él, cuyo nombre no importó jamás, lejano ahora en su irresponsabilidad y en su ignorancia, como si lo que Queca llevaba entre las caderas y junto al corazón sólo le hubiera pertenecido a ella desde el principio y para siempre. Había elegido fríamente, con esmero, entre los mejores de su entorno: inteligente, sano, hermoso, fuerte. Sólo una condición expresa: un día me iré y saldré de tu vida, y no me buscarás en ninguna parte, nunca. Al terminar, Queca estaba de tres meses y sólo ella lo sabía. Entonces cumplió su promesa y él se quedó atrás desconcertado, mirándola irse, con esa expresión entre dolida y obtusa que siempre ponemos los hombres cuando son ellas las que se van. Vinieron entonces la soledad, la preparación, el largo esfuerzo, la nueva casa, el nuevo trabajo en una pequeña ciudad de provincias parecida a aquélla en la que nació, pero al otro extremo del mapa, donde nadie la había conocido nunca. Ahora todo estaba listo. Una semana más y todo habría terminado. O más bien todo podría empezar. Pensó en su madre, en los días y en los años purgando, junto a un imbécil, cuatro sueños tenidos yendo al cine de muchacha. Pensó en sus ojos cargados y amargos, en las noches en que, al terminar de recoger antes de irse a la cama, la oía respirar como un animal exhausto. En los largos silencios frente al televisor, en las horas vuelta de espaldas con la voz de fondo del locutor hablando de fútbol sobre la almohada. Aquél era un precio demasiado alto. Un precio que Queca no estaba dispuesta a pagar. Se detuvo en un semáforo, junto a una madre que empujaba un cochecito de niño. El crío iba embutido en un mono enorme, acolchado, y sólo asomaban del embozo su naricilla roja y sus ojos claros y luminosos reflejando las luces de la calle. Entonces Queca sonrió. Aquélla era la última Nochebuena que pasaría sola. (Queca y su hijo existen, y ésta es una historia real. Pero ustedes, claro, no se la van a creer. Habría que tener, se dirán, demasiados redaños.)

Arturo Pérez-Reverte. El Semanal, 4 de diciembre de 1994






José Mercé "Mammy Blue"

lunes, 22 de diciembre de 2008

UNA BIBLIOTECA

UNA BIBLIOTECA (I)

Durante esta última semana, aprovechando una temporada de calma, he ordenado la biblioteca. Siempre ocurre lo mismo cuando termino de escribir un libro, sea el que sea; en los últimos días no conoces ni a tu familia, ni a tus amigos más íntimos, ni a nadie. Bajas a la mina cada día, o no sales de ella ni para dormir, como un picador del pozo María Luisa, dale que te pego. Vives obsesionado con darle a la tecla y terminar de una vez; y el material que utilizas, los libros que consultas y las nuevas adquisiciones, se acumulan por todas partes, esperando una tregua para su sitio exacto. Porque amén de la utilidad que reporte, un libro tiene su dignidad, y no puede ir en cualquier parte y de cualquier manera; requiere compañía y lugar adecuados. Nabokov puede ir junto a Conrad, tal vez, pero no junto a Cervantes; y Stendhal puede avecinarse con Heine y con Lampedusa, pero nunca con las Crónicas de Froissart, con Moratín o con Plutarco. Cada cual es cada cual. A veces algún lector escribe pidiendo la recomendación de un libro clave, o que el arriba firmante considere como tal; y no falta quien solicita un canon de obras fundamentales -imprescindibles, es la estúpida palabra de moda en ciertos suplementos literarios-. Siempre me niego, porque eso de las obras fundamentales depende mucho del gusto de cada uno; y libros que a ti te cambian la vida pueden pasar, para otro, sin pena ni gloria. De cualquier modo, mientras colocaba y reordenaba los libros estos últimos días, hubo, como siempre, un par de centenares de títulos y autores donde la vista y las manos se me demoraban más que en otros, por diversas razones. Y de pronto me he dicho: por qué no. Por qué no decir cuáles son, y si a alguien resultan útiles, pues me alegro. La relación, que no es exhaustiva, sí resulta en cambio desordenada y larga: tal vez ronde los ciento cincuenta títulos, de modo que, metidos en faena, contársela me llevará esta semana y la próxima. Así que quien no esté interesado por el asunto puede pasar mucho de calzarse esta página, hoy y la semana que viene. Última advertencia: los libros no figuran por orden de importancia; y faltan, porque no los recuerdo ahora o porque no me lo parecen, muchos otros. Pero, ya que de algo tan personal se trata, esta lista de Schindler resulta tan buena como otra cualquiera. A ver por qué ha de ser menos válida que la que se fabrican cuatro compadres bobalios para darse coba unos a otros en los cursos de verano: El Quijote (Cervantes). La Odisea (Homero). La Eneida (Virgilio). Vidas paralelas (Plutarco). Obra completa (Francisco de Quevedo). Obra completa (Jorge Manrique). La Biblia. La Divina Comedia (Dante). Fausto (Goethe). Episodios nacionales y novela completa (Pérez Galdós). Obra completa (Pío Baroja). Moby Dick (Melville). Teatro completo (Shakespeare). La montaña mágica (Thomas Mann). Los tres mosqueteros (Dumas). En busca del tiempo perdido (Marcel Proust). El rojo y el negro (Stendhal). La regenta (“Clarín”). Cuadros de viaje (Heinrich Heine). Expedición de catalanes y aragoneses contra turcos y griegos (Francisco de Moncada). Las relaciones peligrosas (Choderlos de Laclós). El ruedo ibérico (Valle-Inclán). Ana Karenina (Tolstoi). Crimen y castigo (Feodor Dostoievsky). Victoria (Joseph Conrad). Historia verdadera de la conquista de la Nueva España (Bernal Díaz del Castillo). Cien años de soledad (García Márquez). Conversación en la catedral (Vargas Llosa). La familia de Pascual Duarte (Camilo José Cela). Tragedias (Sófocles). El jorobado (Feval). Tragedias (Eurípides). Relatos (F. Scott Fitzgerald). El buen soldado (Ford Madox Ford). El prisionero de Zenda (Hope). El gatopardo (Lampedusa). El americano impasible (Graham Greene). La cartuja de Parma (Stendhal). Viajes por Italia (Stendhal). Lord Jim (Conrad). Guerra y paz (Tolstoi). Biografías (Ludwig). Biografías y novelas (S. Zweig) La flecha de oro (Conrad). La línea de sombra (J. Conrad). La marcha de Radetzky (J. Roth). El conde de Montecristo (Dumas). Suave es la noche (F. Scott Fitzgerald). El gran Gatsby (F. S. Fiztgerald). París era una fiesta (Hemingway). Aventuras de Sherlock Holmes (Conan Doyle). “V” (Thomas Pynchon). Poderes terrenales (Anthony Burgess). Grandeza y decadencia de los romanos (Montesquieu). El halcón maltés (Dashiell Harnmet). La aventura equinocial de Lope de Aguirre (R. J. Sender)... (Continuará)

Arturo Pérez-Reverte El Semanal 20 de septiembre de 1998




Escena de Gatopardo

UNA BIBLIOTECA (II)

Conversaciones con Goethe (Eckermann). El Mediterráneo en tiempo de Felipe II (Braudel) La comedia humana (Balzac). Teatro completo (Moliére). Teatro completo (Moratín). Cantar del Mío Cid (Anónimo). La leyenda del Cid (Zorrilla). Ensayos filosóficos (Voltaire). Confesiones (J. J. Rousseau). Memorial de Santa Helena (Les Cases). Robinson Crusoe (Defoe). Memorias (Saint Simon). La Biblia en España (Borrow). Peter Pan (J. M. Barrie). El libro de la selva (Kipling). Memorias y máximas (La rochefoucault). Vida de los doce césares (Suetonio). Anales (Tácito). Ensayos (Montaigne). El espíritu de las leyes (Montesquieu). Los idus de marzo (Thorton Wilder). A.O. Barnabooth (Valery Larbaud). Memorias (Cardenal de Retz). El Criticón (Gracián). Coloquio de damas (Aretino). Historia universal (Polibio). Pensamientos (Pascal). El talismán (Walter Scott). Canción de Navidad (Dickens). La Ilíada (Homero). Alicia en el país de las maravillas (L. Carroll). Historia de dos ciudades (Dickens). Corazón (Edmundo d’Amicis). Epístolas morales (Séneca). Historia universal de la infamia (Borges). Artículos (Larra). Los años rusos (Nabokov). El nombre de la rosa (Umberto Eco). Papeles póstumos del club Pickwick (Dickens). Nostromo (J. Conrad). Los miserables (V. Hugo). Las flores del mal (Baudelaire). Cuentos (Edgar Allan Poe). Poesía completa (Antonio Machado). Los pilares de la tierra (Ken Follet). Poesía completa (Miguel Hernández). Viaje al fin de la noche (Celine). El extranjero (Camus). La peste (Camus). Un mundo feliz (Aldous Huxley). Memorias de Adriano (M. Yourcenar). El poder y la gloria (Graham Greene). Diario de un seductor (Soren Kierkegard). El lobo estepario (H. Hesse). Doctor Zhivago (Boris Pasternak). Lolita (Vladimir Nabokov). Desventuras del joven Werther (Goethe). El monje (Matthew Lewis). Melmoth el errabundo (Charles Maturin). El vellocino de oro (Robert Graves). La isla del tesoro (R.L. Stevenson). El siglo de las luces (Carpentier). Bomarzo (Mujica Laínez). Pedro Páramo (Juan Rulfo). Meditaciones (Marco Aurelio). La decadencia de Occidente (Spengler). El otoño de la Edad Media (Huizinga) Aventuras de Aubrev y Maturin (Patrick O’Brian). Frankenstein (M. Shelley). Drácula (Bram Stoker). El doctor Jekyll y míster Hyde (Stevenson). Mi vida (Benvenuto Cellini). Sonatas (Valle-Inclán). Rimas y leyendas (Bécquer). Vida del capitan Contreras (Alonso de Contreras). Don Juan Tenorio (Zorrilla). El alcalde de Zalamea (Calderón). Fuenteovejuna (Lope de Vega). El burlador de Sevilla (Tirso de Molina). Quo vadis (H. Sienkiewicz). 20.000 leguas de viaje submarino (Verne). Nuestra señora de París (Víctor Hugo). Tristam Shandy (Steerne). Nuestros antepasados (Italo Calvino). El cuarteto de Alejandría (L. Durrell). El primo Basilio (Eça de Queiroz). La colmena (Camilo José Cela). Cuentos (Chejov). Historia de la guerra del Peloponeso (Tucídides). Anábasis (Jenofonte). Poemas (Catulo). Satiricón (Petronio). Crónicas (Froissart). La muerte de Arturo (Mallory). El rey Arturo y sus nobles caballeros (Steinbeck). Odas (Horacio). Memorias (Casanova). Los nueve libros de la Historia (Herodoto). Diálogos (Platón). Tratados ético-morales (Aristóteles). Las metamorfosis (Ovidio). El príncipe (Maquiavelo). El cortesano (Castiglione). La Italia del renacimiento (Burckhart). Adriano VII (Barón Corvo). Decadencia y ruina del imperio romano (Gibbon). Viajes de Gulliver (Swift). Viaje a Italia (Goethe). Madame Bovary (Flaubert). El asesinato de Rogelio Ackroyd (Agatha Christie). La educación sentimental (Flaubert). Cándido (Voltaire). Zadig (Voltaire). Emilio (Rousseau). Confesiones (San Agustín). Olivares (Marañón). Olivares (Elliot). Felipe II (Kamen). Shogun (Clavell). Confesiones de un comedor de opio (Quincey). La juventud y la madurez de Enrique IV (Heinrich Mann). Los Buddenbrook (Thomas Mann). Los hermanos Karamazov (Dostoievsky). El jugador (Dostoievsky). El sueño de los héroes (Adolfo Bioy Casares). Billy Budd (Melville). La roja insignia del valor (Stephen Crane). El talón de hierro (London). El negro del Narcissus (Conrad). Tifón (Conrad). Biografias (A. Maurois). El topo (Le Carré). Bizancio (R. J. Sender). La España musulmana (Sánchez Albornoz). Los 7 pilares de la sabiduría (T. E. Lawrence). Novelas ejemplares (Cervantes). Memorias (Talleyrand). Memorias (Fouché). Kaputt (Malaparte). Poesía completa (Campoamor). El puente de Alcántara (F. Baer). Vida de Cervantes (Astrana Marín)...

Arturo Pérez-Reverte El Semanal 27 de Septiembre de 1998

lunes, 15 de diciembre de 2008

LAS PRIMERAS SOTERRADAS


Uno de los más antiguos retratos de una mujer europea es una cabeza esculpida de marfil, hallada en Dolní Véstonice, hoy Checoslovaquia. La pequeña escultura, que data aproximadamente del 26.400 a.C., representa un rostro de mujer rematado por un moño de pelo (1). La mujer es de rasgos delicados y singulares, y su cabeza es la de un ser humano. La frente y la boca están desplazadas hacia la izquierda y su nariz tiene una pequeña abolladura en el extremo. Esta cabeza es única entre las muchas figurillas, utensilios y huesos hallados hace tiempo en (1) fue hallada en 1925 en Dolní Vestonice (Mikulov, Moravia, Chequia). Pertenece a la Cultura Pauloviana y está datada en 24000 años a.C. Se conserva en el Museo Moravo de Brno. Mide 10,5 cm. de altura., donde un grupo de unos 100 a 120 mujeres y hombres establecieron un asentamiento permanente durante el período más severo de la última glaciación. Vivían en cinco o seis grandes chozas, de 40 metros cuadrados cada una, y cazaban grandes animales –mamuts, caballos, renos- que vagaban alrededor del asentamiento. Construyeron sus casas junto a arroyos permanentes de agua, con fuego en su interior, donde cocinaban la carne y cocían los objetos de arcilla.



Venus Dolní Vestonice.

Trece años antes de que fuera descubierta la cabeza de marfil, en los alrededores se desenterró el esqueleto de una mujer cuyo cráneo tenía una magulladura en el lado izquierdo, que pudo haber producido el desplazamiento del rostro de la mujer de la escultura de marfil hacia la izquierda. El esqueleto bien pudo ser el de la mujer representada en marfil. La mujer inhumada, que según las estimaciones tenía unos cuarenta años y medía metro cincuenta y dos de alto, había sido cuidadosamente colocada en una tumba dispuesta en el extremo occidental del asentamiento. Yacía de costado, orientada hacia el oeste, con las piernas extendidas. Sobre su cuerpo se había espolvoreado ocre rojo y dos cuchillos de escápula de mamut, uno con líneas de dibujos irregulares incisas, estaban colocados sobre ella. Sus utensilios de piedra, y las zarpas y la cola de un zorro del ártico habían sido enterrados con ella, y en su mano derecha se encontraban los dientes del zorro. La tumba y la escultura de marfil es todo lo que ha perdurado de su vida, y proporcionan una fascinante visión de la existencia de una mujer hace cientos de miles de años.
Tales visiones de la vida humana en Europa antes de la invención de la escritura intrigaron a los escritores preocupados por la naturaleza y la sociedad humanas. ¿Era acaso una mujer por corriente? Es probable. El empleo del ocre y su postura funeraria eran comunes en esta época, pero los huesos de mamut no. ¿Qué significa la escultura? ¿Acaso gobernaba? ¿Era de alto rango? ¿Estaba sometida a los hombres de su grupo? ¿Existen modelos de naturaleza humana que nunca han cambiado? La ausencia de materiales escritos hace virtualmente imposible una respuesta certera a estas preguntas.

Sin embargo, el problema del rango de las mujeres en la prehistoria es importante, pues los más antiguos documentos escritos de griegos, romanos y hebreos muestran a las mujeres sometidas a los hombres. La razón más probable de este sometimiento es el desarrollo de la competencia y la guerra entre grupos, en general como respuesta a la presión de condiciones ecológicas y sociales compulsivas.

Durante muchos años se sobrevaloró la importancia de la caza –normalmente llevada a cabo por hombres-, porque las armas y los huesos perduraban, y figuraban de modo preeminente en las excavaciones arqueológicas. La recolección, por medio de la cual los pueblos cazadores se procuraban la mayor parte del alimento, estaba infravalorada, pues las cestas, los objetos para su transporte, las verduras y las frutas recolectadas no perduraban. Recientes estudios sobre los dientes de los primeros humanos demuestran que el grueso de su dieta lo constituían las verduras, posiblemente recolectadas por las mujeres del grupo. Pero no es posible conocer el rango de estas mujeres recolectoras. ¿Se las valoró mucho porque proporcionaban la mayoría de los alimentos del grupo o se consideraban normales porque procuraban el sustento cotidiano, en lugar del suplemento excepcional de proteínas animales? El mismo problema de interpretación se aplica a los objetos, en especial si no son de una utilidad evidente. Se puede suponer la función de hachas, agujas y cuchillos, pero la importancia de objetos como la cabeza de mujer esculpida en marfil sólo se puede adivinar.

Otras figurillas halladas en Dolní Véstonice plantean varias preguntas, pero ofrecen pocas respuestas: pendientes de hueso y marfil en forma de pechos, vulvas y penes; figuritas de arcilla que representan osas, rinocerontes, leonas y humanos. De todas las figuritas, la que ha recibido mayor atención por parte de los estudiosos es la pequeña estatuilla rojiza de arcilla de una figura femenina abstracta. La figura está de pie desnuda y carece de brazos, pies, nariz, boca, pelo o genitales. Sus antebrazos, ojos, columna vertebral, ombligo, piernas y nalgas están resaltados por profundas incisiones. Cuatro hendiduras también delinean su espalda, dos en cada lado de la columna vertebral. De su obeso cuerpo cuelgan dos grandes pechos y nacen anchos muslos.
Esta figurilla es un ejemplo de las llamadas “Venus” halladas en numerosos asentamientos europeos, desde España hasta Liberia, todas ellas datadas en un margen de unos pocos miles de años las unas de las otras. Se han hecho muchas especulaciones sobre ellas, la mayoría tan superficiales como las ideas que han permitido que estas figurillas se denominaran “Venus”. Han sido descritas como mujeres embarazadas y se las ha llamado objetos de fertilidad, a pesar de que sólo unas pocas están ostensiblemente embarazadas y los pueblos cazadores-recolectores tienden a limitar su fertilidad en lugar de ensalzarla. Ha sido denominadas diosas-madre, a pesar de no existir pruebas de lo que creían las gentes que las crearon. Estos objetos dicen al historiador muy poco sobre la mujer o su relación con el hombre en estas primeras sociedades.


GIF animations generator gifup.com

La mujer de Dolní Véstonice y las figurillas de “Venus” datan de principios de la edad de piedra europea, hace unos veinte mil años. Hasta el 6000 a.C., aproximadamente, los humanos del continente europeo vivían como sus antepasados de Dolní Véstonice, recolectando y cazando, mientras el clima se hacía más calido y las tundras daban paso a florestas y bosques. Otros asentamientos posteriores también realizaron curiosos objetos. Una cultura, en Lepensky Vir a las orillas del Danubio, colocaba en sus casas cantos rodados de granito amarillo esculpidos; algunos decorados con dibujos abstractos, otros esculpidos como criaturas pisciformes; uno tenía inciso el contorno de unos genitales femeninos. El significado de estos cantos rodados constituye un enigma. Otras culturas tempranas han dejado tras de su sí multitud de figurillas: pájaros, peces, mujeres, hombres, formas abstractas y objetos irreconocibles. Los intentos por clasificarlos y comprenderlos son mera especulación. Otros testimonios de pinturas rupestres y esculturas sugieren que al menos algunos de estos primeros pueblos del continente europeo comprendían tanto la función femenina, como la masculina en la reproducción. Los animales se apareaban de modo estacional, mostraban la copulación en primavera y a las hembras preñadas en verano. Si se adoraron mujeres o diosas en las más antiguas culturas europeas, este culto no descansaba en el supuesto control total de la mujer sobre la reproducción, como a menudo supusieron los primeros estudiosos.

Notas:

(1) Fue hallada en 192 en Dolni Vestonice (Mikulov, Moravia, Chequia). Pertenece a la Cultura Pauloviana y está datada en 26.400 años a.C. Se conserva en el Museo Moravo de Brno. Mide 10,5 cm. de altura.

sábado, 6 de diciembre de 2008

PATRIMONIO HISTÓRICO

En puridad, el término de -patrimonio- debería utilizarse siempre acompañado del adjetivo -histórico-, tal y como lo consagra la legislación española, o -cultural-, que aunque aparente lo contrario, es un calificativo más reducido que el anterior. También podría hablarse, como sinónimo, de -bien cultural-, término acuñado por la Comisión Franceschini (1964-66) en Italia y que en España sólo adquiere parcialmente categoría jurídica en la Ley de Patrimonio Histórico Español de 1985.

Aquí utilizaremos más a menudo el escueto término de -patrimonio-, en la seguridad de que se entenderá que con él se alude a todas las manifestaciones o conjuntos de manifestaciones, materiales e inmateriales, que definen la personalidad geohistórica de un pueblo o colectivo humano.

El concepto de patrimonio es, además de extenso, a veces demasiado vago, ya que desde sus orígnes se ha ido transformando constantemente. Su definición es compleja porque engloba, a su vez, dos términos difíciles de definir: patrimonio y cultura. El primero pertenece a una categoría económica y jurídica de larga tradición histórica que alude a la transmisión de bienes por parte de nuestros antepasados. Por su parte, cultural es todo el sistema de creencias, ideas y valores que comparte una comunidad. Leídos conjuntamente, -patrimonio- y -cultura-, suponen una selección y una jerarquización de modos culturales que hoy nos valen pero que mañana puede q nosotros mismos, como colectivo, no reconozcamos como tales. En definitiva, si esto ocurre es porque el patrimonio es una creación socio-cultural, no es natural ni tienen entidad propia, sino que varía temporal y geográficamente en tanto que se trata de una convención que elaboran los hombres.
Una vez aceptada la acepción sociológica como la principal del patrimonio, ha de hablarse de otro de sus valores: el identificativo. Ese valor simbólico está directamente relacionado con la representación de la identidad, siendo para ello necesario que se produzca previamente, en torno a él, una interpretación, mitificación o sacralización que dé sentido a esa identidad.


Toro de Osborne

Para algunos autores, el origen del concepto de patrimonio se encuentra, idealmente, en los mismos orígenes de la Humanidad, pues es entonces cuando surge la idea de trascendencia, de la continuidad y de la transmisión de conocimientos y de valores. Ahora bien, sus testimonios palpables serían, en el mundo occidental, tres instituciones cuyo origen sí podemos fechar en el tiempo: el museo, la biblioteca y el monumento. Por ello, de la misma menera que hay unanimidad a la hora de considerar a estas instituciones como las creadoras de la idea de patrimonio cultural -por su interés por la conservación y el coleccionismo de los testimonios del pasado de una comunidad-, la hay también sobre el hecho de que el actual concepto de patrimonio se ha gestado en los dos últimos siglos, coincidiendo con nuestra idea de la -modernidad-. Los motivos: a partir de la Ilustración se inicia, por un lado, el proceso de ampliación espacio-temporal de la cultura: por otro, el valor patrimonial alcanza una cierta proyección social.

Biblioteca Nacional de Bosnia

A finales del siglo XVIII comienza a difundirse en Europa la idea del patrimonio como riqueza colectiva y aparecen las primeras iniciativas públicas para el desarrollo de las Bellas Artes y de conservación del patrimonio a través de las Academias, los Museos y las normativas. En el siglo XIX y propiciado por el movimiento romántico, aparece una nueva idea: la de ligar el patrimonio con la identidad, todo ello en relación con la creación o el engrandecimiento de los estados nacionales. A finales del siglo XIX, el patrimonio había quedado ligado profundamente a los monumentos históricos, artísticos y, sobre todo, nacionales, aunque tiende a aparecer ya otra acepción, la de bien cultural en general, que amplía el concepto no sólo a los restos relacionados con los procesos históricos sino a cualquier otra manifestación del pasado de los hombres. De resultas de ello, una modesta fragua será vista, por vez primera, como un bien digno de conservación. Se paa de la idea de -monumento- a la de -bien cultura-. El proceso culmina en el siglo XX y consiste en la patrimonialización total de la cultura como consecuencia de la búsqueda, en el pasado representado por el patrimonio, de una identidad en parte destruida por los nuevos métodos de producción y por la degradación del entorno tradicional, además de por otros fenómenos, trágicos y puntuales, como las dos grandes guerras mundiales. Según Giddens, fue la pérdida de referentes espaciales y temporales la que hizo necesaria una vinculación con el pasado que permitiera a la sociedad su identificación como grupo. El pasado se constituyó así, en las sociedades desarrolladas, en una forma de identificación, al mismo tiempo que resultaba una manera de reaccionar ante la pérdidade la continuidad cultural. A partir de este momento se tomaría conciencia oficial de la importancia de su párdida (La UNESCO y sus convenciones, como la de La Haya de 1954, abogaron ya por la protección de los "bienes culturales" en caso de conflicto bélico).

En paralelo, el concepto de patrimonio seguía por entonces tendiendo hacia la universalización. Se vió en iniciativas que comenzaron con la citada Comisión Franceschini y culminaron con la ampliación del patrimonio en otras muchas direcciones, como la no material. Este proceso no se ha cerrado aún, como se reflejó en el tema escogida para la 21ª Conferencia General y 22ª Asamblea General del ICOM, programadas para 2007 en Viena, bajo el lema de: -Los Museos y el Patrimonio Universal-.

En definitiva, el concepto de patrimonio se ha visto ampliado extraordinariamente; tanto, que hoy ha de hablarse de una -patrimonialización- de toda la cultura.
Los cambios sociales, políticos y económicos del último siglo e inicios del actual se han traducido en la incorporación de nuevos elementos al concepto del patrimonio. Debemos tener en cuenta, sin embargo, que la mayoría de estas tendencias no son otra cosa que la continuación de las ya existentes; sólo unas pocas son verdaderamente novedosas y producto de los nuevos tiempos. Se trata de las siguientes:

* Para empezar, se pasado de considerar el patrimonio como un bien eminentemente restringido a las élites intelectuales y cultivadas -por centrarse en el monumento, en la obra de arte...- a tenerlo como expresión de la cultura popular y de las técnicas tradicionales, por lo que puede hablarse de una tendencia a su -democratización-.

* Por otra parte, dos tendencias aparentemente contrapuestas, como son la globalización y la localización, se disputan hoy en día la ampliación del concepto de patrimonio. En cualquier caso, se separan del concepto "nacionalista" que caracterizó al patrimonio desde el siglo XIX y a lo largo de la primera mitad del siglo XX. Han traído consigo tanto la homogeneización de la cultura como su efecto contrario, la diferenciación cultural, así como diversos grados de hibridación cultural, por que algunos prefieren aludir a este fenómeno con el término de -globalización-.

Como consecuencia direct de la globalización del patrimonio y de la cultura en general, se observa una tendencia hacia hacia la -desterritorialización- de éste, en el sentido de hacer posible que las relaciones del individuo con su entorno vayan más allá de los límites de un territorio concreto.

* Los valores asociados a expresiones orales y efímeras se han añadido a los valores del patrimonio tradicional de tipo material, por lo que en éste se respira hoy un cierto -espíritu inmaterial-.
* A los poderes públicos que tradicionalmente se han ocupado de la protección e incentivación del patrimonio, se añaden hoy algunas iniciativas particulares, locales o internacionales a favor de éste. Este fenómeno es un reflejo, ciertamente aún muy débil, de la sensibilización y de la -participación ciudadana- en relación con el patrimonio.

* La -patrimonialización de la Naturaleza- es también fruto de la modernidad y un fenómeno que ha siguido una evolución similar a la del patrimonio cultural. La intervención en el medio natural no puede separarse de la creación cultural, por lo que no es de extrañar que hayan coincidido finalmente los intereses en la defensa de ambos tipos de patrimonio.

* Por último, al ser el patrimonio considerado una parte del debate social y político, los ciudadanos se sienten legitimados a opinar sobre él y a intervenir en su conservación por lo que se está dando una cierta -politización- del mismo. Este hecho se plasma en la creación de movimientos asociacionistas de defensa del patrimonio, en general de carácter local.

viernes, 5 de diciembre de 2008

ÍBERAS

GIF animations generator gifup.com
Dama de Elche (Museo Arqueológico Nacional): siglo V a.C. – Presenta túnica, mantilla, manto, una tiara ceñida con diadema y dos grandes ruedas sobre las orejas para recoger el pelo y collares en el pecho) – Dama de Baza (Museo Arqueológico Nacional): siglo IV a.C – Sentada sobre un sillón de alas, está ricamente vestida con dos sayas y una túnica talar y ornada con grandes pendientes y collares típicos de la orfebrería ibérica - Dama del Cerro de los Santos (Museo Arqueológico Nacional): Lleva un vaso de ofrenda y aparece vestida con toca alta o mitra, túnica y manto.

La estructura social de las comunidades ibéricas mantenía, en el período de la conquista romana, una fuerte configuración matriarcal, como demuestra el hecho que, en la entrega de rehenes a los jefes militares púnicos o romanos, las mujeres fueran consideradas una garantía suficiente de la lealtad de los jefes tribales o nobles guerreros (con mayor frecuencia y valoración incluso que los hijos varones, que en principio, podrían parecer mas importantes para la transmisión de un linaje relacionado con el concepto de poder hereditario). Del estudio de las fuentes clásicas se deduce que el sistema matrimonial del mundo ibérico respondía a la idea de la monogamia, incluso entre las clases económica o políticamente importantes de la comunidad, por lo que la figura de la mujer (elemento vehicular de la estructura doméstica y transmisora del concepto hereditario mediante la procreación) debió ser considerada decisiva en el seno del grupo. El concepto de división sexual no puede aplicarse en lo referente a las formas de trabajo. Los cálculos teóricos relativos a la fuerza productiva y la superficie del área de captación en los sistemas de producción (basados en el cultivo intensivo y excedentario del cereal) indican claramente la necesidad de que todos los individuos que integran un grupo social participen en las tareas productivas, debía incluir necesariamente a las mujeres en edad de realizar un esfuerzo físico. En el terreno del culto y los rituales puede indicarse la existencia de una aparente igualdad respecto a la posición social de hombres y mujeres ante las divinidades.

GIF animations generator gifup.com
Representación escultórica de "Damas íberas" (Museo Arqueológico Nacional)

Los exvotos amortizados en los santuarios del área del sudeste y Andalucía representan tanto a hombres como mujeres, sin diferenciación en lo que respecta al tipo de vestimenta (túnicas, velos, personajes desnudos), ni de actitud (posición de las manos) o las ofrendas presentadas. Tan sólo existe una diferencia respecto a la ausencia de figuras femeninas armadas.


GIF animations generator gifup.com

Exvotos
(Museos Arqueológicos de Jaén y Linares)

EL TIEMPO, GRAN ESCULTOR.

La erosión debida a los elementos y a la brutalidad de los hombres se unen para crear una apariencia sin igual que recuerda a un bloque de piedra debastado por las olas. Alguna de estas modificaciones son sublimes y añaden una belleza involuntaria, asomada a los avatares de la historia, debida a los efectos de las causas naturales y del tiempo. La Victoria de Samotracia es ahora menos mujer y más viento de mar y cielo...